(EFE).- Los fondos dedicados a energías limpias dentro de los planes de recuperación de la crisis concebidos por los gobiernos de todo el mundo representan apenas un 35 % de los necesarios para cubrir los objetivos de limitación del cambio climático, advierte la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
En un informe publicado este martes, la AIE calcula que con esa dotación insuficiente de las políticas de transición energética, las emisiones de gases llegarán a un nivel récord desde 2023 y seguirán creciendo los años siguientes.
En concreto, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) relacionadas con la energía superarán en ese año ampliamente las 33 gitatoneladas, es decir 3.500 millones de toneladas más de las previstas en la hoja de ruta para lograr el objetivo de cero emisiones netas en el horizonte de 2050.
Sobre la base del análisis de 800 medidas tomadas en una cincuentena de países hasta el segundo trimestre de este año, los autores del informe calculan que los gobiernos han dedicado unos 380.000 millones de dólares a energías limpias, lo que representa únicamente en torno al 2 % del dinero de los planes de recuperación.
Es verdad que esas sumas de dinero público, que deberían servir para captar otros 350.000 millones de dólares anuales adicionales de flujos privados entre 2021 y 2023, suponen un incremento del 30 % respecto a lo que se invertía estos últimos años.
Pero quedan lejos del billón de dólares anuales que la propia AIE consideraba necesarios en el periodo 2021-2023 para poner al mundo en la senda de los objetivos climáticos internacionales, que pasan por conseguir la llamada «neutralidad» de las emisiones de CO2 a mediados de siglo.
El director ejecutivo de la agencia, Fatih Birol, destaca en un comunicado que «a pesar de las mayores ambiciones climáticas, el volumen de fondos de recuperación que se van a dedicar a energías limpias es solo una ínfima parte del total».
«Los gobiernos tienen que incrementar el gasto y la acción política rápidamente para cumplir con los compromisos que asumieron en París en 2015», subraya Birol,en referencia a la cumbre que fijó las metas para intentar limitar el calentamiento global a 1,5 grados.
Más allá de la escasez de fondos públicos para energías limpias, la agencia también ha constatado grandes diferencias en la dotación para la transición energética según los países.
Mientras en las economías avanzadas esas inversiones cubren el 60 % de las cantidades esperadas de los fondos de recuperación, en los países emergentes y en desarrollo ese porcentaje se reduce al 20 %.
El director general de la AIE avisa de que esos últimos países están perdiendo una oportunidad para dar un empujón por la vía de la transición energética a su crecimiento económico, a la creación de empleo y al impulso a las industrias energéticas del futuro.
De acuerdo con la hoja de ruta elaborada por la AIE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), una inyección de un billón de dólares anuales en energías limpias -equivalente al 0,7 % del producto interior bruto (PIB)- durante tres años generaría un aumento de la actividad global de 1,1 puntos de PIB cada año.
Es decir, que el PIB en 2023 sería un 3,5 % superior al que habría sin las medidas recomendadas y al mismo tiempo se salvarían o se crearían gracias a ellas 9 millones de empleos.
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