(EFE).- El inicio del Abierto de Estados Unidos volvió a tener el ambiente tradicional con la presencia de aficionados que, sin importarles el incremento de casos de contagios de covid-19, ni sufrir largas filas de espera para poder entrar al Centro Nacional de Tenis Billie Jean King o luego comprar algo de comer o beber, regresaron a ver la acción.
Un año después de que los espectadores fueran excluidos por completo de Flushing Meadows debido a la pandemia de coronavirus, lo que le da una sensación distópica a un evento normalmente animado, una vez más se permite el 100% de la capacidad.
Pero ahora con la prueba de vacunación necesaria, mientras que la mascarilla se ha dejado como algo opcional, sin que tenga que ser obligatoria.
El fútbol universitario se reanudó el sábado, con miles de jugadores disponibles para enfrentamientos como Illinois contra Nebraska o Hawai contra UCLA.
La Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) también ha permitido que sus equipos vendan todos los boletos de la temporada regular; su primer domingo es el 12 de septiembre.
Todo lo anterior hace que sea difícil saber que ha habido un aumento reciente en los casos de covid-19, debido a la variante delta altamente contagiosa.
Preparados o no, la diversión que ofrecen los deportes en Estados Unidos vuelve a la normalidad con estadios llenos y, en algunos casos, pocos protocolos.
«Jugar sin aficionados aquí el año pasado fue brutal», dijo la campeona del U.S. Open 2017 Sloane Stephens a los aficionados presentes en la pista central Arthur Ashe Stadium después de vencer a Madison Keys en tres sets en una revancha de su final totalmente estadounidense hace cuatro años.
Además, la presencia de aficionados en el Abierto se da en el mismo año que los organizadores han eliminado los jueces de línea en todas las pistas y solo árbitros de silla asistidos por un sistema de llamada de línea electrónica.
Pero sobre todo el apoyo de los aficionados es considerado por los jugadores como algo fundamental y decisivo, que cambia por completo el ambiente y significado del partido.
El argentino Diego Schwartzman, undécimo cabeza de serie, que en la primera ronda superó al lituano Ricardas Berankis, por 7-5, 6-3 y 6-3, que tuvo siempre el apoyo de sus seguidores en la pista cinco, donde se disputó el partido, dijo que había sido algo especial.
«El evento cambió al ciento por ciento. Es una sensación totalmente diferente», comentó Schwartzman, y agregó que «también se siente un poco extraño estar en el primer torneo de Grand Slam en más de 18 meses a plena capacidad».
Las muertes por covid-19 suman más de 1.200 por día en todo el país, el nivel más alto desde mediados de marzo. Los casos nuevos por día promedian más de 155.000, volviendo a donde estaban las cosas en enero.
De acuerdo con las pautas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, las personas completamente vacunadas no necesitan usar una mascarilla en entornos al aire libre, incluso entre multitudes, a menos que no puedan evitar el contacto cercano con personas no vacunadas.
El requisito de vacunación no se aplica a los jugadores que compiten en el Abierto de Estados Unidos, aunque aproximadamente la mitad ha recibido vacunas de forma voluntaria.
«No se puede comparar la atmósfera. Es mucho mejor. Sientes la energía. Te sientes viva en la cancha», destacó la rumana Simona Halep, dos veces campeona de Grand Slam que firmó gorras y pelotas de tenis que le lanzaron los aficionados de la primera fila después de una victoria sobre la italiana Camila Giorgi en la tribuna.
«Entonces, sí, espero que nos quedemos así para siempre», añadió Halep.