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El efecto positivo que tuvieron los confinamientos sobre el medio ambiente se ha disipado por completo y, en realidad, la calidad del aire ha empeorado en varias partes del mundo debido a fenómenos meteorológicos extremos que causaron tormentas de arena y polvo, así como incendios forestales.

Así lo reveló hoy la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que presentó el primer boletín que dedica a la calidad del aire y el clima y que enfatiza que la reducción de la contaminación que tuvo lugar por la pandemia fue temporal y localizada en ciertas partes del planeta.

«Las mejoras duraron poco y ocurrieron durante un periodo muy específico, ahora la movilidad ha aumentado y la vida -junto con las actividades contaminantes que implica- ha vuelto a la normalidad», dijo en una rueda de prensa la jefa de la División de Investigación Atmosférica de la OMM, Oksana Tarasova.

«Los incendios forestales en Norteamérica, Europa y Siberia afectaron la calidad del aire para millones de personas, y las tormentas de polvo y arena cubrieron muchas regiones y se extendieron a través de los continentes», señala el boletín.

«La frecuencia e intensidad de esos eventos aumentarán en el futuro», anticipó la científica.

El principal agente contaminante son las partículas, de las cuales hay distintos tipos, aunque todas tienen en mayor o menor medida efectos negativos para la salud humana, y en algunos casos también son nefastas para la agricultura.

«Ni siquiera con la reducción del transporte en varias partes del mundo la calidad del aire cumplía los criterios mínimos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS)», aclaró Tarasova.

La especialista agregó que a causa de las restricciones impuestas por la pandemia se redujeron las emisiones de ciertas partículas en el aire, pero otras, como las partículas del tipo de ozono que se concentra a baja altitud, aumentaron su presencia.

La contaminación tiene un impacto grave para la salud y la mortalidad que causa se ha incrementado fuertemente en las últimas décadas. De 2,3 millones de decesos que se le atribuían en 1990, se estima que ahora causa unas 4,5 millones de muertes.

El ozono es una de las partículas más peligrosas para el ser humano debido a su propiedad oxidante: «Es como respirar ácido, tiene un impacto muy negativo para las personas, destruye los pulmones, la agricultura y los ecosistemas», explicó Tarasova.