Antes de la pandemia, trabajar de manera remota o híbrida era impensable para muchas empresas y trabajadores. Actualmente es una práctica común que se suma a varios intentos de encontrar el justo balance entre la vida personal y laboral. Entre ellos, la propuesta de reducir la semana de trabajo a cuatro días para cuidar la salud mental y evitar el burnout.
A principios de junio, más de 3.300 empleados de 73 empresas en Gran Bretaña comenzaron una prueba de seis meses cuyo objetivo es testear la eficacia y productividad de implementar una semana laboral de solo cuatro días. Con este objetivo en mente, los empleados obtienen un día libre pago por semana durante la duración del estudio, conducido por la organización 4 Days Week Global, investigadores de la Universidad de Cambridge, Oxford y Boston College y la institución Autonomy.
Según los resultados preliminares de la investigación, publicados el miércoles pasado, la semana laboral de cuatro días no generaría pérdida de productividad: según un 46% de los líderes de las 41 empresas consultadas, el nivel de productividad se mantuvo estable, y un 34% indicó que este «aumentó ligeramente». Un porcentaje muy alto de los encuestados considera probable o extremadamente probable mantener la política de cuatro días a la semana después del período de prueba.
Experimentos similares se están llevando a cabo en Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos e Irlanda, y ya hay propuestas de replicar el estudio en España en 2023.