La situación económica mundial, el bajo dinamismo de economías como la norteamericana y las situaciones que se han venido viviendo desde 2020 auguran un panorama no tan alentador para las economías de Centroamérica. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) presentó recientemente su informe de perspectiva económica del cierre del año y sus proyecciones para 2023, en el que se presagia desaceleración para el año venidero.
Explica que «luego del dinamismo mostrado en el primer semestre de 2022, la actividad económica de la región se ha desacelerado», implicando «el agotamiento del efecto rebote en la recuperación de 2021».
Grandes economías mundiales, como China, están creciendo a las tasas más bajas en los últimos 40 años, mientras que la de Estados Unidos se espera que no crezca ni siquiera al 1%, por lo que se espera que 2023 sea un año difícil, según declaraciones recientes del Secretario Ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinachs.
Salazar-Xirinachs hizo una comparación del estado de la economía con el estado de un paciente: «Lo que pasó en 2020, fue una especie de ataque cardiaco que nos dio, después de ese ataque el organismo está problematizado, tiene un síndrome de todo, un síndrome de poco espacio fiscal, de inflación».
Agregó que el crecimiento de 2021 fue algo extraordinario, algo que no es normal. «Es como cuando después de una gravedad se quita el dolor, el paciente se puede sentir muy bien pero no está bien, no podemos comparar porqué no seguimos creciendo como en 2021».
Según el organismo, la proyección de crecimiento para América Latina es de 1.3% y para Centroamérica será de 3.0%. Las economías de Centroamérica se verán directamente afectadas por el bajo dinamismo de los Estados Unidos, principal socio comercial y primera fuente de remesas, las cuales han mostrado resiliencia y han mantenido un nivel de flujo muy importante que ha tenido un impacto muy positivo en muchos países.
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