Tiempos de Negocios / EFE
El uso de mascarilla dejó de ser obligatorio en España. Luego de dos años de pandemia, en la mayoría de interiores ya no es exigido usar el cubre bocas y para la población ha significado un poco de alivio, aunque también hay recelos a quitársela y muchas dudas aún sobre lo que pasará en algunos ámbitos, como el laboral y el escolar.
La decisión, que está vigente desde el pasado 20 de abril, no incluye a trabajadores y visitantes de centros, servicios y establecimientos sanitarios, centros sociosanitarios y transportes públicos, menos en andenes y estaciones.
Quedan exentas personas con algún tipo de enfermedad o dificultad respiratoria o que, por su situación de discapacidad o dependencia, no dispongan de autonomía para quitársela o presenten alteraciones de conducta que hagan inviable su utilización.
También cuando, «por la propia naturaleza de las actividades, el uso de la mascarilla resulte incompatible, con arreglo a las indicaciones de las autoridades sanitarias».
Asimismo, se recomienda para todas las personas «con una mayor vulnerabilidad» -mayores de 65, inmunodeprimidos, embarazadas- en cualquier situación en la que «se tenga contacto prolongado con personas a distancia menor de 1,5 metros».
Por ello, se aconseja «un uso responsable en los espacios cerrados de uso público en los que las personas transitan o permanecen un tiempo prolongado», en los eventos multitudinarios y en el entorno familiar y en reuniones o celebraciones privadas «en función de la vulnerabilidad de los participantes».
La medida ha sido recibida con cierta alegría y alivio por parte de la mayoría de los ciudadanos, que la aceptan como un signo del final de la pandemia, aunque todavía son muchos los que se muestran cautelosos y optan por mantenerla.
Los comerciantes afirman que una gran parte de sus clientes sigue entrando a los locales con ella y «son excepciones» los que no la llevan.
En los transportes públicos, la gente está de acuerdo con que siga siendo obligatoria, ya que «donde haya mayores aglomeraciones es bueno que se siga usando», en palabras de Luisa, usuaria de metro.
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