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Energías renovables

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América Latina es la región que más lentamente ha progresado en su transición energética y a pesar de contar con abundantes recursos, enfrenta el desafío de atraer inversiones para lograr un mayor avance, según el Índice de Transición Energética 2023 que el Foro Económico Mundial publicó recientemente y en el que Brasil, Uruguay y Costa Rica ocupan los primeros lugares de la Región Latinoaméricana. Estos países ocupan a nivel global las posiciones 14, 23 y 25, de 120 países evaluados.

Para este año el puntaje promedio global de transicion fue de 56.3 y estos países lograron 65.9, 63.6 y 63.5 respectivamente. Completan el Top 10 de la región Chile en la posición 30, Paraguay (34), Colombia (39), Elsalvador (47), Panamá (51) Perú (53) y México (68).

El Índice de Transición Energética 2023 evalúa a 120 países de todo el mundo y a nivel global, en los 10 primeros lugares se encuentran Suecia, Dinamarca, Finlandia, Suiza, Islandia, Francia, Austria, Países bajos y Estonia.

El informe indica que America Latina es la región que más lentamente ha progresado con un aumento de la puntuación del 5% en la última decada. «El grupo lidera la dimension sostenible debido al uso intensivo de energia hidroelectrica, pero sorprendementemente su puntuacion en inversión en energías renovables disminuyó un 65% en 10 años», indica el informe del Foro Económico Mundial.

Según el organismo, América Latina y el Caribe debe promover las asociaciones público-privadas para tener un mejor acceso al crédito a fin de avanzar con la transición energética. Asimismo, recomienda que la región aproveche aún más sus recursos naturales para impulsar la innovación e introducir reformas fiscales ambientales.

“Latinoamérica produce varios minerales necesarios para las tecnologías de energía limpia y podría desarrollar su sector minero firmemente asentado para diversificarse en nuevos minerales”, señala el informe.

Brasil destaca como uno de los países con una transición energética sólida, por su “alta participación de energías renovables en la mezcla energética del país, con el 80% de su electricidad proveniente de grandes centrales hidroeléctricas”, dice el Foro Económico Mundial.

Atraer capital, el desafío

En el octavo Seminario Internacional de la OPEP, celebrado recientemente en Viena, Carlos Garibaldi, secretario ejecutivo de la Asociación de Empresas de Petróleo, Gas y Energía Renovable de América Latina y el Caribe (Arpel), dijo en declaraciones a agencias internacionales de noticias, que América Latina parte hacia la transición energética con una posición de ventaja, pero el desarrollo de las fuentes alternativas afronta el difícil reto de atraer flujos de capital para financiarla.

Indicó que el 61 % de la generación eléctrica de la región proviene de fuentes renovables, el doble de la media global. Asimismo, con el 8,3 % de la población planetaria, emite sólo el 4,5 % de las emisiones de CO2 y el 8,3 % de las de gases de efecto de invernadero.

Las emisiones provienen en su mayor parte «de la agricultura, el uso de la tierra y la silvicultura», mientras que el sector energético genera solo el 43 %, frente al promedio mundial del 75 %.

«La región es un importante sumidero global de carbono, con aproximadamente la mitad de las selvas tropicales remanentes en el planeta», por lo que «corre con ventaja inicial en la transición energética», dijo en sus declaraciones.

Agregó que América Latina y el Caribe parten de una buena base y es autosuficiente energéticamente hablando, sin embargo, la interrogante es si América Latina podrá financiar el necesario desarrollo del sector. «El mayor desafío es la necesidad de inversiones», dijo.

«No se está invirtiendo lo necesario en energías renovables a nivel mundial ni regional, ni tampoco se consigue financiamiento para descarbonizar las operaciones e instalaciones de petróleo y gas», agregó.

Ante esta realidad, considera que los países industrializados deben actualizar sus ayudas a las transiciones energéticas de las naciones en vías de desarrollo, ya que hasta ahora no han cumplido con los flujos previstos inicialmente, de 100.000 millones de dólares anuales entre 2020 y 2025. Considera lógico aumentar esos montos para compensar el tiempo perdido. «La nueva meta se estima que debería ahora superar ampliamente los 300.000 millones de dólares anuales», afirmó.

La demanda de energía de Centroamérica durante este año 2023 crecerá 4.8% con respecto al año 2022, mientras que la demanda del año 2024 crecería 4.5% respecto del año 2023, según los datos que refleja el Ente Operador del Mercado Eléctrico Regional en el Informe Planeamiento Operativo de América Central 2023-2024.

El informe presentado recientemente indica que las diferencias entre las estimaciones de crecimiento para los seis países de la región son notables, ya que el crecimiento mayor proyectado se observa para Panamá con 7.99% en el año 2023 y 8.48% en el año 2024, mientras que el crecimiento proyectado más conservador es para Costa Rica con 1.69% en el año 2023 y 2.2% en el año 2024.

Casi el 80% de la demanda será cubierta por energía renovable

En cuanto al suministro de la demanda, se estima que las fuentes renovables aportarán durante los años 2023 y 2024 un promedio de 79.2% de la energía, de los cuales el 51.4% corresponde a generación hidroeléctrica, 12.7% es generación renovable variable (eólica y solar fotovoltaica), 7.8% es biomasa y 7.3% es generación geotérmica.

La matriz energética regional está conformada por el parque térmico que aportará en promedio para ambos años un estimado de 18.7%, dominada por el aporte de las centrales carboeléctricas con una proporción del 7.3%, seguido de las centrales de gas natural con una proporción del 6.6% y las centrales de petróleo con una proporción del 4.8%.

Otra fuente importante en la matriz eléctrica regional proviene de las inyecciones de la central Energía del Caribe por medio de la interconexión México-Guatemala, con una proporción del 1.6%, según indica el documento.

Nuevos proyectos

En julio de 2022 se incorporó el proyecto de gas natural en El Salvador, denominado Energía del Pacífico, con una capacidad de 378.51 MW que modifica el despacho y los costos de suministro en el sistema. Asimismo, hay una cantidad de proyectos previstos para incorporarse al sistema en el corto plazo, entre ellos otros dos proyectos de gas natural: Puerto Sandino de 300 MW en Nicaragua, y Gatún de 656.2 MW en Panamá; así como la hidroeléctrica El Tornillito de 198.7 MW en Honduras y complementados por otros 24 proyectos con recursos renovables que en total representan cerca de 500 MW adicionales para el sistema.

El informe indica que la región centroamericana cuenta con confiabilidad energética, ya que el sistema cuenta con suficiente capacidad de generación para atender los requerimientos de la demanda de los seis países de la región, así mismo se estima que la red de transmisión soporta convenientemente los flujos en la red de transmisión regional, a pesar de que el sistema de Honduras presenta una señal de deficit, sin embargo, ésta ocurre en sistemas de tensión menor a 115 kV y los valores de déficit estimados no son sensibles para los propósitos.

En el ranking mundial de generación eléctrica renovable, de la Organización Latinoamericana de la Energía (OLADE 2022), los países centroamericanos destacan entre los 20 países con mayor generación de energía renovable. Según el ranking, Costa Rica participa en generación eléctrica renovable con un 100%, El Salvador con 84%, Panamá con 84%, Nicaragua con 74% y Guatemala con un 71%.

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La energía es el motor de la humanidad.  Sin ella no podríamos echar a andar la vida tal y como la conocemos. Sin embargo, hasta ahora hemos utilizado mayoritariamente la energía proveniente de combustibles fósiles, como el petróleo, el gas y el carbón, los cuales generan grandes cantidades de CO2, dañando al planeta. Es por eso que cada vez se hace más urgente y necesario obtener energías limpias, la esperanza de un futuro más sostenible que permita continuar en marcha sin agotar recursos.

En Nicaragua contamos con una serie de recursos naturales que nos han permitido explotarlos para generar energías renovables, con proyectos de energía eólica, geotérmica, hidroeléctrica y biomasa. Pero hay una energía renovable a nuestra disposición, de la que nadie habla: la del mar. Esta energía tiene un gran potencial y proyección.

Sara Fernández, especialista en Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Agencia Servicios de Luz, indicó que hay estimaciones que calculan que el debido aprovechamiento de este tipo de energía podría cubrir hasta el 20% de la demanda energética de toda Europa.

Destacó que existen distintas formas para aprovechar este tipo de energía renovable:  recogiendo la energía cinética producida por las corrientes marinas; aprovechando la energía que se produce por el movimiento de las olas; utilizando el descenso y ascenso de las mareas para permitir la entrada y salida del agua de las instalaciones que generan esta energía y así obtener electricidad; aprovechando las distintas temperaturas del mar, donde difiere entre la superficie y el fondo, para que con este intercambio de temperaturas se pueda crear energía.

Costas del pacífico nicaragüense con potencial

En el año 2017 las costas del pacífico de Nicaragua fueron visitadas por el oceanógrafo Tarmo Soomere, presidente de la Academia de Ciencias de Estonia, quien realizó un estudio desde León hasta San Juan del Sur. El científico determinó que las olas de nuestras costas tienen la suficiente frecuencia y potencia para producir energía.

El matemático y científico marino, que en ese momento realizó  una visita a la Academia de Ciencias de Nicaragua, afirmó que el país podría producir entre 5 y 10 kilovatios por metro de línea costera.

En el mundo existen diversos proyectos que se enfocan en utilizar al menos dos fuentes de energía renovable para obtener un mejor resultado. Este es el caso de la energía eólica flotante anclada al fondo marino mediante elementos flexibles, que se basa en la captación de energía por medio del viento, enfocando esta captación de energía en altamar para que así se pueda generar mayor potencia y electricidad, gracias a los vientos más fuertes, destaca la especialista.

 

Pese a su cada vez mayor popularidad, la criptomoneda más famosa del mundo resulta controvertida, entre otras cosas, por la gran cantidad de energía que requiere. Según el Bitcoin Electricity Consumption Index de la Universidad de Cambridge, se estima el bitcoin consume aproximadamente 143 teravatios por hora (TWh) de electricidad al año, más que muchos países y alrededor del 0,65% del consumo mundial de electricidad. Una comparación realizada por Visual Capitalist muestra también que consume mucha más energía que algunas de las mayores empresas tecnológicas del mundo.

En comparación, Noruega consume unos 124 TWh de electricidad, mientras que Chile consume 74 TWh anuales. De hecho, si el bitcoin fuera un país, sería la 27ª nación con mayor demanda energética del planeta. Y es que uno de los aspectos más llamativos de las monedas digitales es la cantidad de electricidad necesaria para que las transacciones de compraventa se puedan llevar a cabo. En estas, que se realizan a través de un proceso conocido como minería, internautas voluntarios registran los movimientos del mercado de forma descentralizada gracias a la tecnología Blockchain. Es este el proceso causante de que el consumo de energía del bitcoin sea superior al de muchos países industrializados.

Fuente STATISTA

Al producir cerca del 60% de su electricidad a partir de fuentes verdes, en América Latina y el Caribe se encuentra una de las redes eléctricas más limpias del mundo. Si bien la energía eólica y la solar han tenido un notable desarrollo en años recientes, la energía hidroeléctrica sigue generando la mayor parte de la electricidad en la región.

En 2021, la totalidad de la producción eléctrica de Paraguay provino de la explotación hídrica, así como tres cuartas partes de la de Costa Rica. Ambos países encabezan la generación de electricidad verde en Latinoamérica, como muestra este gráfico de Statista realizado con datos del think tank medioambiental Ember. Brasil es el quinto país latinoamericano que más apuesta por las energías limpias para producir electricidad, con más del 81%, detrás de Uruguay (84%) y Ecuador (82%).

Aun con las enormes posibilidades de desarrollo de las energías renovables, algunos países latinoamericanos optan por la explotación del gas natural para producir electricidad. En México, el gas pasó de suponer menos del 20% de la producción eléctrica a comienzos de siglo a más de la mitad en 2021. Argentina, por su parte, experimentó un aumento de unos diez puntos porcentuales en la electricidad basada en combustibles fósiles en el mismo periodo, representando casi el 70% de la electricidad generada el año pasado.

Fuente STATISTA