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Mamá

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La importancia de la madre en la vida de los hijos es innegable. Ellas desempeñan un papel fundamental en la crianza, el desarrollo, la transmisión de valores y la formación de sus hijos. Sin embargo, la función de una madre va mucho más allá de la crianza física. Su papel en la construcción de la estructura emocional de los hijos es crucial y los acompaña a lo largo de toda su vida, dejando una profunda huella en su bienestar y felicidad. Así lo indicó Claudia Acevedo, psicóloga mexicana, sicoterapeuta y consejera para padres, durante la charla virtual El impacto de nuestra madre en nuestras vidas, a la que fue invitada por el Instituto Mexicano de Contadores Públicos de Coahuila, como parte de las actividades del Día de la Madre, celebrado el pasado 10 de mayo en ese país.

Según Acevedo, «la principal función de mamá es construir la estructura emocional que nos sostiene a lo largo de la vida», ya que «cuando nacemos nos separamos físicamente de nuestra mamá, pero emocionalmente estamos fusionados» y esta fusión se mantiene durante aproximadamente los primeros 12 años de vida.

La fusión emocional entre madre e hijo alcanza su punto máximo durante el embarazo y se mantiene muy fuerte desde los cero hasta los seis años, disminuyendo a partir de entonces hasta que el niño o niña llega a los 12 años, aproximadamente, explicó.

La separación ocurre gradualmente, pero durante el tiempo en que madre e hijo están emocionalmente fusionados, el hijo siente lo que la madre siente y viceversa. Las experiencias vividas por la madre durante este período tienen un gran impacto en la estructura y el carácter emocional del hijo. Si la madre experimentaba problemas de pareja, pérdidas, violencia o tenía una carga laboral intensa, todo esto afectará al hijo, ya que la madre abastece emocionalmente a su hijo y sus emociones tienen un impacto en él. Acevedo afirma que «esto no lo hacen los papás, la función del papá es otra».

El discurso materno y su poder de influencia

Las madres hablan todo el tiempo sobre su forma de ver el mundo y los hijos las escuchan todo el tiempo. Acevedo ejemplificó que la percepción que la mayoría tenemos sobre la figura paterna está muy influenciada por el discurso materno.

Por lo tanto, es importante que los adultos reflexionen si lo que su madre manifestaba era la realidad o simplemente su forma de verla. Reconocer que la madre es un ser humano que intentaba superar sus propios problemas, que a veces pudo no estar disponible o manifestar solo lo negativo, ayuda en el proceso de sanar la relación con la madre y enfocarse en crecer como un adulto sano y en bienestar emocional.

Agradecer, honrar, sanar y seguir adelante

La figura materna es a menudo idealizada y se le atribuyen cualidades casi celestiales. Se espera que sea perfecta en todos los aspectos y que cumpla con todas las expectativas y demandas de sus hijos y la sociedad. Sin embargo, es importante recordar que la madre es simplemente un ser humano, con sus propias limitaciones y fallos.

Cada madre hace lo que considera correcto en base a su experiencia, educación y circunstancias. Cargarla con un peso tan grande de perfección puede ser abrumador e injusto. Reconocer su humanidad, aceptar sus limitaciones y valorar sus esfuerzos genuinos nos permite apreciarla en su verdadera dimensión y establecer una relación más equilibrada y comprensiva con ella. La madre merece compasión y comprensión, al igual que cualquier otro ser humano, ya que también está en su propio camino de crecimiento y aprendizaje.

Acevedo enfatiza la importancia de agradecer la vida a la madre, honrarla y agradecerle lo que sí pudo dar, y gestionar de otra manera aquello que no pudo brindar debido a sus propias limitaciones. Enfocarse en lo positivo y soltar las expectativas no cumplidas permite avanzar como adultos fuertes e independientes, aconseja la especialista.

La psicologa recomienda reconocer y aceptar a los padres como seres humanos imperfectos, agradecerles por lo que pudieron dar y gestionar nuestras propias necesidades emocionales en otros vínculos, ya que éstos son pasos importantes para gestionar nuestras propias necesidades emocionales y continuar nuestro propio camino como adultos.

Poco a poco, aprendemos a manejarlo, enfocándonos en lo que sí nos brindaron y agradeciendo por ello, en lugar de pensar en lo que no recibimos. Aquello que necesitábamos de niño ya no es necesario, ya somos adultos capaces de satisfacer esas necesidades por nuestra cuenta, afirma la psicologa, quien expresó que eso es un proceso y que se debe trabajar de manera consciente, así como buscar ayuda profesional si es necesario.

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