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En el mundo actual, caracterizado por un entorno laboral desafiante y una vida cotidiana cada vez más demandante, la inteligencia emocional se ha convertido en un factor crucial para el éxito y el bienestar tanto en el trabajo como en la vida personal. Se define como la capacidad de reconocer y gestionar las propias emociones y las de los demás. Esto no solo tiene un impacto positivo en las relaciones interpersonales, sino que también influye en la toma de decisiones, la resolución de conflictos y la resiliencia emocional.

En el mes de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, ofreciendo a las personas la oportunidad de reflexionar sobre cómo una cultura organizacional saludable puede marcar la diferencia en la vida de los empleados.

La promoción del equilibrio entre la vida y el trabajo, así como el fomento de la inteligencia emocional, se han convertido en pilares fundamentales en la búsqueda de un entorno laboral y personal más saludable. Este logro se materializa a través de campañas, sesiones de desarrollo de habilidades emocionales y el ejemplo dado por los líderes de la organización, recordando a todos que la salud mental es un activo invaluable que merece atención y cuidado constantes.

“La inteligencia emocional también influye en la toma de decisiones en el trabajo. Aquellos que poseen una buena inteligencia emocional son capaces de tomar decisiones más acertadas al reconocer y regular sus emociones, adaptándolas a las necesidades del momento. Esto les permite abordar situaciones de manera más objetiva y creativa”, indicó Héctor Hernández Sandoval, Líder de People & Culture Caribe y Centroamérica para ManpowerGroup.

La autogestión emocional también desempeña un papel vital en la capacidad de equilibrar las responsabilidades laborales y personales. La capacidad de reconocer y regular las emociones propias es esencial para tomar decisiones acertadas y mantener un estado de ánimo positivo en todas las áreas de la vida.

Sin embargo, no mantener un equilibrio adecuado entre la vida y el trabajo puede tener graves implicaciones para la salud mental y emocional de las personas. Puede llevar a problemas como la ansiedad, la depresión y el agotamiento. Esto no solo afecta la vida laboral, sino que también tiene un impacto negativo en la vida personal y en el entorno social.

Para aquellos que luchan por encontrar tiempo para sí mismos y sus seres queridos debido a las demandas del trabajo, se recomienda utilizar técnicas de gestión del tiempo como la matriz Eisenhower, que ayuda a priorizar tareas y reducir la carga de trabajo. Además, es fundamental buscar el apoyo de la empresa y establecer límites claros para proteger el tiempo personal.

“Este tema es fundamental para el éxito, el bienestar en el trabajo y en la vida cotidiana. Cultivar esta habilidad es esencial para tomar decisiones acertadas, gestionar conflictos, mantener un equilibrio saludable entre la vida personal y laboral. Promover un entorno de trabajo saludable y aplicar estrategias adecuadas para que las personas puedan mejorar su inteligencia emocional y llevar una vida más equilibrada y satisfactoria”. Concluyó Hernández, Líder de People & Culture Caribe y Centroamérica para ManpowerGroup

Las formas en que la pandemia de covid ha afectado al mundo aún se siguen descubriendo. Un reciente estudio publicado en la revista Biological Psychiatry: Global Open Science, indica que la pandemia alteró físicamente los cerebros de los adolescentes, de manera que sus estructuras cerebrales parecen varios años mayores que los cerebros de compañeros comparables antes de la pandemia.

“Descubrimos que los jóvenes evaluados después de los cierres pandémicos tenían problemas de salud mental de internalización más graves, grosor cortical reducido, mayor volumen del hipocampo y la amígdala, y una edad cerebral más avanzada”, dicen los autores del estudio.

El estudio Efectos de la pandemia de COVID-19 en la salud mental y la maduración cerebral en adolescentes: implicaciones para el análisis de datos longitudinales, comparó “jóvenes cuidadosamente emparejados evaluados antes de la pandemia y después de que terminaron los cierres relacionados con la pandemia”.

“La pandemia de COVID-19 ha causado un estrés y una interrupción significativos para los jóvenes, lo que probablemente provoque alteraciones en su salud mental y desarrollo neurológico. En este contexto, no está claro si los jóvenes que vivieron la pandemia y sus cierres son psicobiológicamente comparables a sus pares de la misma edad y sexo evaluados antes de la pandemia. Esta pregunta es particularmente importante para los investigadores que analizan datos longitudinales que abarcan la pandemia”, indica.

La investigación develó que la pandemia ha afectado negativamente la salud mental de los jóvenes. Al comparar las resonancias magnéticas de 163 niños tomadas antes y durante la pandemia, el estudio demostró que el proceso de envejecimiento cerebral se aceleró en los adolescentes cuando experimentaron los bloqueos de COVID-19.

 Este tipo de cambios acelerados en la edad del cerebro sólo habían aparecido en niños que habían experimentado una adversidad crónica, por violencia, abandono, disfunción familiar o una combinación de múltiples factores.

Según el estudio, no está claro si los cambios cerebrales derivados de la pandemia son permanentes,  cuáles serán los resultados en el futuro o si la edad cronológica alcanzará a la edad cerebral. Todavía hay mucho por estudiar y descubrir.

La pandemia de coronavirus ha tenido un gran impacto en la salud mental. Al parecer, desde el inicio de la misma, los casos de ansiedad, depresión y estrés han aumentado considerablemente y con ellos el uso de antidepresivos. Los datos de la OCDE sobre el consumo de medicamentos recetados para tratar la depresión confirman esta evolución. En 2015, el consumo en España ascendía a 73 dosis diarias definidas por cada 1.000 habitantes, mientras que en 2021 este era de 92, según datos provisionales para ese año. Como muestra nuestro gráfico, este aumento en el consumo de antidepresivos no solo ocurre en España, sino que se ha generalizado en muchos otros países.

Islandia sigue teniendo uno de los niveles más altos de uso de antidepresivos del mundo, con un consumo medio de 161 dosis diarias definidas por cada 1.000 habitantes en 2021. Portugal, Canadá y Suecia también presentan una proporción superior a 100 dosis por cada 1.000 personas al día. Los lugares con los niveles de consumo más bajos en 2021 y 2020 de los analizados por la OCDE son Costa Rica, Estonia, Lituania, Hungría, Corea del Sur y Letonia, con dosis diarias de este tipo de fármacos inferiores a 40 por cada 1.000 habitantes.

Fuente STATISTA