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En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una herramienta indispensable en múltiples sectores, y la industria de alimentos no es la excepción. Desde la optimización de procesos productivos hasta la mejora en la seguridad alimentaria, la IA ha transformado radicalmente la manera en que se fabrican y distribuyen los alimentos que consumimos diariamente. ¿Pero de qué manera está afectando esta tecnología al sector, y qué implicaciones tiene para el futuro?

Automatización: más allá de la eficiencia

Uno de los cambios más notables que ha traído la IA es la automatización de tareas repetitivas en las plantas de producción. Máquinas y robots inteligentes, apoyados por algoritmos avanzados de visión artificial, son capaces de llevar a cabo tareas como el etiquetado, empaquetado y clasificación de productos, procesos que anteriormente requerían mucha mano de obra. Además de aumentar la eficiencia, esta automatización reduce la posibilidad de errores humanos, mejorando la calidad del producto final.

Según un informe de McKinsey & Company, la adopción de IA en la manufactura ha permitido a las empresas alimentarias mejorar su productividad hasta en un 20% y reducir los costos operativos en un 30% solo permite que las empresas respondan más rápidamente a las demandas del mercado, si no que también incrementa su competitividad a nivel global.

Optimización de la cadena de suministro

Otro impacto significativo de la IA en la industria alimentaria es la mejora en la gestión de la cadena de suministro. A través de la predicción avanzada de la demanda y la optimización de las rutas de distribución, las empresas han logrado reducir considerablemente los niveles de inventario y evitar el desperdicio de productos perecederos. Gartner estima que el uso de IA para la optimización de la cadena de suministro ha permitido a las compañías reducir el desperdicio de alimentos hasta en un 15%. Esto no solo brinda un impacto positivo en la rentabilidad, sino que también es crucial en la lucha contra el desperdicio de alimentos, un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo.

Seguridad alimentaria y calidad del producto

Uno de los avances más relevantes de la IA es su capacidad para mejorar la seguridad alimentaria. A través del uso de sensores y sistemas de IA que monitorean en tiempo real las condiciones de almacenamiento y producción, las empresas pueden garantizar que los productos se mantengan en condiciones óptimas, estos sistemas pueden detectar irregularidades, como cambios de temperatura o humedad, o bien ajustar automáticamente los parámetros para asegurar que los alimentos no se vean comprometidos.

El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha desarrollado una tecnología basada en IA que utiliza sensores para predecir con mayor precisión cuándo los alimentos están en riesgo de deteriorarse, mejorando así la frescura del producto y la experiencia del consumidor. Además, la IA ayuda a detectar contaminaciones o irregularidades en los productos mucho antes de que lleguen a los consumidores, reforzando la confianza en las marcas alimentarias.

Innovación en nuevos productos

Además de optimizar los procesos existentes, la IA está impulsando la innovación en el desarrollo de productos alimentarios. A través del análisis de grandes volúmenes de datos sobre preferencias y tendencias de consumo, las empresas están creando alimentos más personalizados y saludables, adaptados a las necesidades de los consumidores. Esto incluye el desarrollo de productos que atienden a nichos específicos, como alimentos sin gluten, opciones veganas y productos bajos en azúcares.

La inteligencia artificial ha llegado para revolucionar la industria de alimentos de manera profunda. Su capacidad para automatizar procesos, optimizar la cadena de suministro, mejorar la seguridad alimentaria y reducir el desperdicio ha demostrado ser fundamental en la transformación de este sector. A medida que la IA continúa avanzando, es probable que su impacto siga expandiéndose, empujando a la industria hacia nuevos niveles de eficiencia, sostenibilidad e innovación.

La pregunta es: ¿Hasta dónde llevará la inteligencia artificial a la industria de alimentos en los próximos años, y cómo cambiará nuestra relación con lo que consumimos?

El costo de vida ha aumentado considerablemente en los últimos meses. A la subida de los precios de la energía, que alcanzó un punto álgido en agosto de 2022, se ha añadido el notable incremento experimentado por la comida y la bebida a nivel global, especialmente en el caso de los grupos básicos de productos como los cereales o los lácteos. Estos últimos, por ejemplo, eran un 25% más caros en julio de 2022 que durante el mismo mes del año anterior. Y si bien es cierto que los países en vías de desarrollo parecen acusar más este tipo de inflación, con Zimbabue y Venezuela situándose por encima del umbral del 150%, se trata de un problema que no entiende de fronteras. La alta demanda de los bancos de alimentos en naciones del “primer mundo” como Reino Unido son solo una prueba más de que cada vez es mayor el número de familias que tienen dificultades para poner comida encima de la mesa.

El comportamiento de los consumidores

De acuerdo a un reciente estudio, el 65% de los consumidores que acuden a tiendas físicas y alrededor del 55% de los compradores online a nivel mundial reconocen haber sentido el impacto de la subida de los precios en los alimentos. Es más, no es para nada un dato menor el hecho de que una importante proporción de la sociedad mundial afirme tener dificultades financieras debido a los mayores costes de los bienes de primera necesidad en la actualidad, siendo los millennials los que parecen estar sufriendo más las consecuencias de la inflación en este sentido. Ante este panorama, son muchos los que han empezado a usar cupones de descuento o a decantarse por productos más baratos o en oferta para tratar de reducir el gasto. De hecho, este es cambio más común en el comportamiento de compra de los consumidores en todo el mundo, seguido por dejar de adquirir artículos no esenciales o salir menos a cenar.

La razón detrás del aumento de los precios de los alimentos

Pero ¿a qué se debe esta situación? Todo se remonta a 2020. Las medidas de cuarentena obligatorias implantadas mundialmente debido a la pandemia de COVID-19 tuvieron un fuerte impacto en las cadenas de suministro, dando lugar a la tan extendida imagen en aquellos días: supermercados prácticamente vacíos debido a la escasez de productos. Esto derivó en un paulatino aumento del precio de la cesta de la compra a comienzos de ese verano que, en mayor o menor medida, se mantuvo en los meses siguientes. Sin embargo, las cosas empeoraron con la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.

Tanto Rusia como Ucrania son responsables de gran parte del comercio internacional de productos agrícolas esenciales, utilizados para el consumo humano y para la alimentación de animales de granja. Concretamente, ambas naciones se posicionan hoy en día como dos de los máximos exportadores de trigo del mundo, con un volumen de envíos que supera los 30 millones de toneladas métricas en el caso del país presidido por Vladimir Putin. No solo eso, entre los dos estuvieron detrás de más del 75% de las exportaciones de aceite de girasol durante la campaña 2020/2021 y su peso en 2021/2022 se esperaba que fuera todavía mayor según las últimas previsiones.

Pero el conflicto bélico ha afectado a la producción agraria de los implicados, además de tensar las relaciones comerciales entre estos —sobre todo en el caso de la antigua tierra de los zares con los Estados occidentales—. Ello ha desencadenado también un aumento del coste de los combustibles fósiles tras los recortes del país eslavo en el suministro, esenciales a su vez para el correcto funcionamiento del sector agropecuario y la industria alimentaria en general. No en vano, Rusia es el principal proveedor europeo de gas y petróleo y uno de los pesos pesados del panorama global. Su posición en el mercado energético la han tenido que suplir otras naciones como Estados Unidos. Esto se ha traducido en un considerable esfuerzo económico por parte de muchas naciones para comprar energía, más aún si se tiene en cuenta la devaluación experimentada por monedas como el peso argentino o el euro con respecto al dólar estadounidense. ¿El resultado? El desabastecimiento y un reforzamiento del constante encarecimiento de los alimentos. Solo durante el primer trimestre de 2022, los precios se incrementaron en más de un 20%, alcanzando un máximo histórico en marzo. En dicho mes, el índice de precios de alimentos de la FAO –FFPI por su nombre en inglés- alcanzó los 159,7 puntos. Desde entonces, las cifras han bajado levemente, aunque todavía se encuentran por encima de los 135 puntos.

En esta subida también han desempeñado un papel clave las malas cosechas de maíz y otros cultivos, así como los brotes de gripe aviar en Estados Unidos y Francia, que redujeron el suministro mundial de huevos, y las diferentes ramificaciones de las fuertes crisis políticas nacionales en varias regiones del planeta como América Latina.

Desde mediados de noviembre venimos pecando con la justificación que ya llego navidad y es momento de comer, compartir y celebrar. Asistimos a eventos, hacemos eventos y nos invitan también, así que es bastante difícil mantenerse a raya, las fiestas nos pasan facturas cuando vemos en la balanza  en enero, al menos 5 kilos de más, con decirte que una cena navideña puede andar en más de 2300 calorías aproximadamente , con todo y lo que lleva un buen relleno cargado de pasas, leche, pan, carnes mixtas, salsas y bueno lleva vegetales, pero no sé queda ahí. porque lo acompañamos con un lomo de cerdo horneado, pavo o gallina y para cerrar con broche de oro una decorativa salsa agridulce  y una pieza de pan.

Navidad, decoración y tradición

Pero la cuenta de calorías no viene hasta el 24 de diciembre en la cena navideña, sino desde antes por las celebraciones previas y a ello agreguemos los dulces de la gritería, con todo lo que he contado no significa que no puedas comer y disfrutar de estas fechas tan especiales  y es por ello que te compartimos estas recomendaciones para que logres tener un equilibrio y no te frustres en enero.

Consejos para disfrutar, comer y no perder la linea 

  1. Evita ayunos prolongados, el no comer también engorda. Querer llegar a la cena con el estómago vacío no es buena idea, terminarás comiendo mas de la cuenta y tu cuerpo almacenará la cena.
  2. Desayuna ligero, es la comida más importante del día y evitas que te des atracones en otros tiempos de comida. Puedes desayunar huevos con verduras, una tortilla pequeña tostada, café sin azúcar o jugo de naranja sin azúcar la otra opción es avena con leche deslactosada sin azúcar.
  3. Almuerza ligero, puedes comer una ensalada y tomar un té. Si eres de los que no te puedes controlar, come unos 20 – 30 gramos de granos y semillas mixtos  o bien una gelatina light.
  4. Recomendable tomar agua abundante todo el día y sobre todo antes de las comidas.
  5. Nunca llegues a un evento con el estómago vacío, toma agua, come semillas y granos mixtos o almendras.
  6. Cuida tus porciones de alimentos, prioriza las verduras,  ensaladas luego agregas 1 proteína baja en grasa evita los panes y pastas en cantidades grandes.
  7. Si eres de los que estas involucrados en la preparación de la cena o los eventos, evita las probaditas clandestinas, al final estas pueden ser mas peligrosas que una cena completa.
  8. Trata de comer postres ligeros y en poca cantidad, evita los excesos.
  9. No olvides dejar tu rutina de ejercicios, no des vacaciones al gimnasio o la zumba.
  10. Si consumes alcohol, los licores y cervezas varian en calorías trata de consumir con medida y ten también presente que los cócteles o mezclas son una bomba de azucares.

Por ejemplo:

1 cerveza tiene de 140 hasta 350 calorías , más aun la artesanales

Martini de chocolate 2.5 oz (74ml) 418 calorias

Vino Tinto 3.5 oz (90ml) 165 calorías

Todo con medida es válido, disfruta estas fiestas en familia. Feliz navidad, próspero año nuevo y sobre todo mucha salud en nuestros hogares.

 

 

Se estima que 931 millones de toneladas de alimentos acabaron en los contenedores de basura de hogares, minoristas, restaurantes y otros servicios alimentarios de todo el mundo en 2019, según el Índice de desperdicio de alimentos 2021, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Esa cifra supone el 17% del total de la comida consumible a nivel mundial.

La mayor parte de este desperdicio proviene de los hogares, pues 569 millones de toneladas, es decir, un 61% sobre el total alimentos desechados, corresponden a la categoría de residuos domésticos. Los servicios de alimentación también son culpables de desechar cantidades significativas de alimentos, en concreto, 244 millones de toneladas al año, mientras que el informe calcula que los establecimientos minoristas son responsables del desperdicio de 118 millones de toneladas.

El PNUMA apunta que el desperdicio de alimentos tiene importantes efectos ambientales, sociales y económicos. Destaca que, por ejemplo, entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen, si se toman en cuenta las pérdidas que suceden antes del nivel del consumidor.

Gráfico: 

alimentos desechadosPero ¿qué tan derrochadores son los países cuando se trata de alimentos? Las cifras absolutas más altas de desperdicio de alimentos se registraron, como es lógico, en los dos países con más de mil millones de habitantes.

Se calcula que China desperdicia 91,6 millones de toneladas de alimentos al año, mientras que India desecha 68,8 millones de toneladas. Estados Unidos está un poco más abajo en la clasificación, con 19,4 millones de toneladas de residuos alimentarios, mientras que en América Latina, Brasil y México producen aproximadamente 12 millones de toneladas anuales. España, por su parte, genera 3,61 millones.

El panorama es bastante diferente cuando se trata de residuos producidos per cápita. Por ejemplo, un hogar medio de la India desecha 50 kg de alimentos al año, mientras que en Estados Unidos esa cifra se eleva a 59 kg. A pesar de parecer que el nivel de desperdicio total de alimentos es relativamente bajo en comparación con otros países, con 2,6 millones de toneladas al año, el índice muestra que Australia tiene un alto nivel de desperdicio per cápita, con 102 kg por hogar al año. En comparación, se calcula que los residuos domésticos de Rusia ascienden a 4,9 millones de toneladas al año y que los residuos per cápita sólo alcanzan los 33 kg.

Gráfico: 

estadistica por paisFuente Statista