Las políticas de contención del COVID-19 están afectando profundamente la forma en que trabajamos, y en particular de quién puede continuar trabajando.
Las estimaciones preliminares de la Organización Internacional del Trabajo indican que, en el peor momento de la crisis, en el segundo trimestre de 2020, unos 23 millones de personas teletrabajan en la región. Esto representa entre el 20 y 30% de los asalariados que estuvieron efectivamente trabajando. Antes de la pandemia, esa cifra era inferior al 3%.
El informe destaca que, aunque es muy temprano para predecir el alcance efectivo del teletrabajo, será necesario que los países y las sociedades estén preparados para asumir que esta modalidad llegó para quedarse, ya sea como una solución conveniente para algunas personas y empresas, a través de la proliferación de formas híbridas que combinan trabajo presencial con trabajo desde el hogar.
No cabe duda que los trabajadores han tenido que afinar sus habilidades digitales y potenciar el uso de la tecnología para poder cumplir con sus responsabilidades laborales al mismo tiempo que manejan la rutina del hogar.
En el 2020, las descargas de apps que facilitan el trabajo remoto (como Zoom, Skype for Business y Microsoft Teams) se multiplicaron 20 veces. Sin embargo, dadas las características de sus ocupaciones o la falta de herramientas disponibles para realizar teletrabajo, no todos los trabajadores han tenido la oportunidad de continuar sus actividades desde casa.
También es importante considerar que, en una región caracterizada por estructuras laborales con bajo uso de las tecnologías de la información y elevadas brechas tecnológicas, era previsible que la difusión de la modalidad de trabajo a domicilio y, en particular del teletrabajo, no fuera homogénea entre los diferentes grupos de trabajadores.
Sin controles adecuados, el trabajo desde el domicilio podría derivar en relaciones laborales que no reconozcan la dependencia y, por lo tanto, en aumentos del trabajo independiente o en relaciones laborales encubiertas”, asegura el informe.
Desde la perspectiva de las empresas, la modalidad de teletrabajo también representa desafíos para garantizar la continuidad de las operaciones y mantener los niveles de productividad requeridos para su supervivencia.
Fuente: Noticias ONU/https://news.un.org/es